Aprovechando el poco tiempo libre que tengo entre trabajo y trabajo por estas tierras africanas, regresé a mi querida Volúbilis, la cual había conocido por primera vez en 1995 un atardecer de invierno, cuando estas imponentes ruinas aparecieron ante nosotros como un fantasma, iluminadas por los últimos rayos del sol.
Hoy en día las ruinas mejor conservadas del norte de África se han abierto al turismo y se ha creado un centro de interpretación que, afortunadamente, ha sabido integrarse en un extremo del yacimiento con un mínimo impacto. Sin duda, si os animáis a conocer este maravilloso enclave os recomiendo que lo hagáis al amanecer o al atardecer y nunca por el verano.
El yacimiento arqueológico de Volúbilis, Patrimonio de la Humanidad desde 1997, se localiza a 20 km. al norte de la ciudad imperial de Mequinez (Meknes) y a unos 150 km. al este de Rabat. Las excavaciones arqueológicas, iniciadas en 1915, aún se encuentran en un periodo incipiente. Su protección ha venido a paralizar el expolio que ha sufrido durante años.
Volúbilis se ubica en medio de una inmensa llanura verde, donde se producía gran cantidad de aceitunas y productos agrícolas, bordeado por las montañas del Jebel Zerhoun y desde donde se aprecia la ciudad santa de Muley Idris. Este paisaje inalterado ayuda a viajar en el tiempo y a aumentar la autenticidad de este extraordinario lugar. El origen de su nombre se cree que procede del nombre bereber “oleander oualilt”, adelfas que crecen en abundancia en las orillas del río Khoumane que bordea el lugar.
Fundada en el siglo III a.C. (según inscripción púnica existe), la ciudad se convirtió en capital de la Mauritania Tingitana del Imperio Romano y más adelante llegaría a ser, por breve tiempo, la capital de la dinastía de los Idrissides, cuyo fundador Idris I se encuentra sepultado en la próxima ciudad de Muley Idris.
Los vestigios arqueológicos existentes son testigos de varias civilizaciones, aquí vivieron bereberes, romanos, cristianos y árabes. Ocupa una extensión de 42 hectáreas y fue habitada durante diez siglos, desde la prehistoria hasta la época islámica. Una muralla, construida entre el 168-169 d.C. delimita la ciudad romana, servida en un principio por 8 puertas. Constaba de 40 torres y sus edificios fueron construidos con piedra caliza gris-azul procedente de la próxima cantera del macizo de Zerhoun. El abandono de la ciudad por muchos siglos, aseguró el excelente estado de conservación de las ruinas que han llegado hasta nuestros días.
Los romanos habitaron la ciudad entre el siglo III a.C y el 40 d.C y al parecer fue diseñada siguiendo un plan urbanístico, según el modelo púnico-helenístico, llegando a ser un gran pueblo colonial romano en la periferia del imperio.
Un cartel informativo, nos facilitará la visita, la cual podremos efectuar con total libertad, perdiéndonos entre los restos de las viviendas, termas, instalaciones del prensado de aceitunas, infinidad de inscripciones y bellos mosaicos, baños públicos y privados, restos del acueducto, abrevaderos… que bordean el barrio monumental y el extraordinario arco de triunfo de Caracalla en cuyas proximidades se efectuaban los enterramientos cristianos.
La abundante epigrafía del lugar, nos cuenta que durante la época romana convivieron en Volúbilis judíos, sirios y españoles que convivían junto a la población indígena.
En el año 285, al comienzo del reinado de Diocleciano, los romanos abandonaron repentinamente la zona por razones desconocidas y Volúbilis entró en la llamada “edad oscura”. Documentos y monedas, demuestras que la ciudad se había convertido al islam antes de la llegada de Idris, cuyo hijo favoreció a Fez sobre Volúbilis y si bien el lugar no se deshabitó totalmente, la mayoría de la población se desplazó hacia la próxima Moulay Idris. Los ataques de los almorávides en el siglo XII supusieron el definitivo abandono de la ciudad.
Arco de triunfo de Caracalla
Las cigüeñas se han apropiado de las bases de algunos capiteles para construir sus nidos, esperemos que nadie moleste a estos nuevos habitantes que en pleno mes de febrero, cuando el frió y el viento arreciaba con fuerza, ya estaban con prisas de primavera.
Fuente: UNESCO
Madre mía, qué preciosidad, el paisaje increiblemente verde para su localización, y además con sus cigüeñitas.
ResponderEliminarNo lo conocía.
Tu Volúbilis, me ha avivado los recuerdos de los batanes de Ubrique, las almadrabas de Baelo Claudia y los mosáicos de Itálica que tantas veces pude disfrutar. Gracias Belén, por este reportaje y todo lo demás. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, Fenix, te encantaría, si alguna vez vas, avisa. Un abrazo.
ResponderEliminarMit, los mosaicos de Volúbilis son muy humildes en relación a los de tu Itálica, pero el conjunto es impactante. Un abrazo y a ver si esta primavera conseguimos ese día que nos merecemos. Un besazo.
ResponderEliminarEstupendo lugar el que nos muestras. Bienvenida. Un abrazo
ResponderEliminarGracias por tu visita, Miguel. Un abrazo para ti.
ResponderEliminarMuy guapos mosaicos (no judíos). Saludos.
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