El patrimonio cultural de Asturias, dentro del que se incluyen las
muestras más destacadas de la arquitectura culta y popular, engloba un gran
número de edificios singulares, tanto por su valor patrimonial como por su
belleza formal que se encuentra en estado de abandono y que en numerosos casos
constituyen auténticas "ruinas románticas" ocupadas por la yedra y
el olvido.
La Ley 1/2001 de Patrimonio Cultural de Asturias, dice que en el
caso de que un bien catalogado haya sido objeto de abandono por un periodo
superior a los diez años, la administración tiene potestad para expropiarlo con
el fin de proceder a su rehabilitación. Algunas de estas
"rehabilitaciones", recuperan el bien en sí para otros usos,
como en el caso del Palacio de las Torres de Donlebún en el concejo de
Castropol, el Palacio de Luces en
Colunga, o las ruinas del monasterio benedictino de Tina Mayor, (por citar
algún ejemplo), pero destruyen irremediablemente el "espíritu" del
edificio, transformándolo y adaptándolo a las exigencias del presente.
A mi
entender, "la ruina" debería
de ser una categoría de protección en sí misma hasta que aprendamos a tratarla
como se merece. Las piedras centenarias permanecen en pie, adornadas por verdes
hiedras, por arbustos que sobresalen de los rejunteos de sus piedras, por musgos que invaden
los suelos carentes de techumbre, convirtiéndose en escenarios históricos que
han evolucionado junto con los avatares de los siglos. Las ruinas siempre
llamaron la atención de los seres humanos. La belleza destruida por el paso del
tiempo nos acerca a la idea de lo efímero, nos recuerda el irremediable fin de
lo que en su día fue extraordinario y a su vez, nos dice que lo antiguo también
sigue siendo bello, así, tal cual, sin que el hombre lo transforme,
evolucionando con la naturaleza que transforma las piedras en polvo y con
el las integra.
Ahora que está próximo el invierno, a través de este blog “cajón de sastre”, iremos viendo algunos
ejemplos dispersos por nuestra geografía, tanto de las ruinas que ya han
alcanzado esa categoría, como de aquellos edificios que van camino de serlo.
Me gustaría que quien lea estas páginas, aporte los casos que
conozca, entre todos, al menos, podremos tener una ligera idea de lo mucho que
tenemos y de la poca importancia que le damos.
Fijamos nuestra mirada en las ruinas […] y
volvemos a nosotros mismos. Nos anticipamos a los estragos del tiempo y nuestra
imaginación dispersa sobre la tierra los mismos edificios que habitamos.
Inmediatamente, la soledad y el silencio se imponen a nuestro alrededor. Sólo
quedamos nosotros de toda una nación que ya no existe; y ésa es la primera
línea de la poética de las ruinas. […] Las ideas que las ruinas despiertan en
mi son grandes. Todo se destruye, todo perece, todo pasa. Sólo el mundo
permanece. Solo el tiempo dura. ¡Qué viejo es este mundo! Camino entre dos
eternidades. A cualquier parte que dirija mis ojos, los objetos que me rodean
me anuncian un fin y me obligan a resignarme al que me espera.” DIDEROT.
Buena idea, ojalá tenga respuesta. Un abrazo.
ResponderEliminarEs un punto de vista interesante, pero la ruina pierde el tiempo en la historia si se deja que avance; si eso llega, termina con ambas, con la susodicha y la que ya no existe. Estoy de acuerdo, ningún cambio o adaptación excesiva, sin adecuarla; sólo adopción, sin reglas evolutivas...
ResponderEliminarLas piedras que fueron rocas sufrieron cambios de forma a un continente de viejo contenido; adóptense las nuevas al mismo, al antiguo.
Las hiedras son muy dañinas y terminan por envolver todo, incluido el corazón de la que podrá ser ruina. Pero no por ello tenemos que llegar a verlas como las de Palmira.
Recuperar sí, transformar no.
Breves saludos.
Pilar, imagino uno de tus reportajes entre ruinas... un abrazo
ResponderEliminarD, gracias por tu visita y tu aportación, sería el ideal, recuperar sin matar el espíritu del edificio, pero por lo que suelo ver no estamos preparados. Largos saludos.
ResponderEliminarBelén, gracies pol to trabayu, pol to amor a les coses y pola to xenerosidá al facer públicos amores y saberes.
ResponderEliminarXuan Xosé
Todo un placer tu visita Xuan Xosé, las gracias son para ti por tu lucha por Asturias y por ese querido bable que no me atrevo a escribir. Un abrazo.
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